COLEGIO TÉCNICO BENJAMÍN
HERRERA IED
JORNADA TARDE
GUÍA DE APRENDIZAJE EN EL MARCO DE LA ESTRATEGIA
APRENDE EN CASA
SEDE |
A Tarde |
JORNADA |
|
ÁREA O ASIGNATURA |
Ciencias Sociales |
CURSO DE
APLICACIÓN |
701-702-703 y 704 |
FECHA DE DISEÑO |
Semana del 29 de marzo al 2 de abril |
DISEÑADA Y
PROPUESTA POR EL DOCENTE: |
Sonia Paredes m. |
FECHAS DE
DESARROLLO POR LOS ESTUDIANTES: |
Se aplica para dos semanas. |
ESTÁNDARES DE COMPETENCIA A FORTALECER: |
- Reconozco múltiples relaciones entre eventos
históricos: sus causas, sus consecuencias y su incidencia en la vida de los
diferentes agentes y grupos involucrados. |
METAS DE COMPRENSIÓN: |
- Comprende las principales características de las
religiones del continente africano. |
REFERENTE CONCEPTUAL: |
Las
características y costumbres religiosas nativas del continente africano. |
|
|
ESTRATEGIA DE SEGUIMIENTO Y/O CONTACTO |
- Semanalmente
se envían correos o mensajes informando sobre la nueva actividad a los estudiantes. - Las
actividades se suben al blog de la docente. - Se
revisan las actividades diariamente a medida que los estudiantes las envían. - Se
reciben las actividades desarrolladas por WhatsApp y por correo. - La
retroalimentación se hace por WhatsApp o en la hora de atención
personalizada. |
RECURSOS |
- Celular. - Computador. |
ACTIVIDAD PARA TRABAJAR EN FAMÍLIA: |
-
Acompañamiento permanente
de los padres. -
Confirmar que los
estudiantes envían las actividades. |
AUTOEVALUACIÓN: |
Algunos elementos de valoración, en una escala de 1 a 5 podrían ser: Avances en su aprendizaje Los elementos compartidos fueron suficientes Nivel de compromiso frente al desarrollo de la guía Adecuada para el tiempo planteado Apoyo familiar |
JORNADA TARDE SEMANAS DEL 05 AL 16 DE ABRIL
DOCENTE: SONIA PAREDES
CURSOS: 701, 702,103 Y 704
* La actividad debe estar escrita en el cuaderno (no el texto)
* No se admiten impresiones, fotocopias, recortes, etc.
* Fechas: DEL 5 AL 16 DE ABRIL
* ENTREGA: Todas las actividades deben ser enviadas al correo profesoriasoniaparedesblog@gmail.com, o al WhatsApp: 3195665957 (puede ser en fotografía).
ACTIVIDAD.
1. Lea atentamente el texto sobre los rituales funerarios de África.
2. Con la ayuda de la lectura escribes la palabra que falta para completar
la frase.
3. Las frases deben estar escritas en el cuaderno y debe aparecer subrayada
la palabra que encontraste.
Frases
a. la creencia en la ____________________ no constituye la base de una
filosofía sobre el devenir del ser al cabo de sus sucesivas existencias, como
en las grandes religiones asiáticas.
b. En ciertas sociedades que todavía han permanecido muy apegadas a la
religión del terruño, se identifica a los ___________________ como portadores
del espíritu de un antepasado desaparecido; entonces se les da el nombre de
éste y deben manifestar sus rasgos de carácter.
c. Las religiones reveladas que se han implantado en el África subsahariana
no han dejado de ganar terreno a las religiones del terruño. Hoy en día, el
cristianismo y el I________________ se reparten aproximadamente dos tercios de
las conciencias.
d. La noción del ______________ no concibe ésta como una e indivisible;
está compuesta de varias partes autónomas unas de otras, lo cual permite
asociar la creencia en la reencarnación al culto de los antepasados y a la
devoción por un principio creador, señor del universo.
e. La evolución interna de las religiones africanas tradicionales, llamadas
religiones del ____________________, ha hecho surgir formas culturales más
elaboradas en torno a los antepasados de prestigio, intermediarios entre el
mundo humano y el universo invisible.
f. Ya convertido en antepasado, el muerto es objeto de ciertas prácticas de
culto, a las que van asociadas alabanzas, oraciones y sacrificios por parte de
sus descendientes. Algunos antepasados, fundadores de clanes o linajes
prestigiosos, son divinizados progresivamente; otros, con una religión
______________________, se convierten en intermediarios predilectos entre los seres
humanos y el Dios creador.
g. La mayoría de los rituales funerarios observados dan pruebas del
mantenimiento de los lazos entre el muerto y su entorno. Incluso ya siendo
cadáver, continúa perteneciendo a la _____________________.
h. Los bassari perciben la muerte como un rito de transición y una etapa
del ciclo del eterno retorno, puesto que los ____________________ están
llamados a renacer en sus descendientes después de haber permanecido entre los
biyil, asegurando así la perpetuación del grupo.
i. En lo concerniente a los rituales funerarios, la llegada de las
religiones reveladas tuvo sobre todo efectos visibles sobre las prácticas de
____________________, las cuales no existen en algunas de las antiguas
religiones africanas o, cuando existen, no siempre están codificadas con
precisión.
j.
Entre los ashanti de Ghana,
lo que renace en el linaje uterino es la “sangre”, mientras que el “principio
masculino” se reúne con los antepasados y el ________________ regresa al
Creador.
Creencias Religiosas Africanas.
La importancia de los
rituales funerarios en el África subsahariana ha sorprendido a los
observadores, quienes, independientemente de la diversidad de los rituales, los
han relacionado con el dominio del grupo sobre el individuo y con el proceso
del perpetuo retorno de los muertos entre los vivos. La evolución interna de
las religiones africanas tradicionales, llamadas religiones del terruño, ha
hecho surgir formas culturales más elaboradas en torno a los antepasados de
prestigio, intermediarios entre el mundo humano y el universo invisible.
A partir de ciertas referencias a los
principales conocimientos sobre la muerte y los ritos funerarios del África
subsahariana y a partir de dos investigaciones de campo, una llevada a cabo en
el Senegal y la otra en Francia, el autor de este artículo se esfuerza por
analizar el sentido de la transformación de la idea de la muerte y de los ritos
funerarios que se puede observar hoy en día al sur del Sáhara.
El culto de los antepasados y la reencarnación
El lazo familiar que se ha mantenido más allá
de la muerte se reactiva mediante la creencia de que todo niño que viene al
mundo es portador del alma de uno de sus antepasados. Tal idea sigue en la
lógica de la primacía del grupo con respecto al individuo, lógica asociada a la
negación de la muerte en cuanto a ruptura definitiva. Con todo, la creencia en
la reencarnación no constituye la base de una filosofía sobre el devenir del
ser al cabo de sus sucesivas existencias, como en las grandes religiones
asiáticas. La noción de destino es inexistente en el pensamiento religioso
africano tradicional, debido probablemente a que está muy ligada a la noción de
individuo. No toda la personalidad del desaparecido reencarna en su
descendencia, sino únicamente un fragmento.
La noción de alma no concibe ésta como una e
indivisible; está compuesta de varias partes autónomas unas de otras, lo cual
permite asociar la creencia en la reencarnación al culto de los antepasados y a
la devoción por un principio creador, señor del universo. Entre los ashanti de
Ghana, lo que renace en el linaje uterino es la “sangre”, mientras que el “principio
masculino” se reúne con los antepasados y el “alma” regresa al Creador.
Si hubiese une noción que pudiese explicar
tal representación predominante de la muerte en las sociedades subsaharianas
sería la de “amortalidad”, que James Frazer (1913) definía como la
“prolongación de la vida durante un período indefinido, pero no necesariamente
eterno”. La vida se prolonga primero a través del estadio de antepasado, que se
concibe como el estadio superior por excelencia. Consecuentemente, la muerte se
convierte en el último rito de pasaje-transición, el punto culminante de una
ascensión prestigiosa; a través de ella se pasa del estadio de anciano,
concebido ya como extremadamente gratificante, al de antepasado, en el que se
alcanza la cima del prestigio.
La escenificación del pasaje al estadio de
antepasado puede hacerse después de la ceremonia funeraria. Tal es el caso
entre el dogón de Mali, donde cada dos o tres años tiene lugar un ritual
llamado dama para incitar al alma de
los muertos, fallecidos e inhumados varios meses antes, a abandonar el mundo de
los vivos para dirigirse al país de los antepasados. En el transcurso del
ritual, se coloca a la salida de la aldea una vasija llena de cerveza que un
pariente del difunto derriba de una patada, para dar a entender con claridad
que, en adelante, el muerto ya no puede comer ni beber y tiene que abandonar el
mundo de los vivos. Después, los hombresmáscara danzan durante tres días para
indicarle el camino del otro mundo, donde deberá morar en lo sucesivo (Dieterlen
& Rouch 1974).
Ya convertido en antepasado, el muerto es
objeto de ciertas prácticas de culto, a las que van asociadas alabanzas,
oraciones y sacrificios por parte de sus descendientes. Algunos antepasados,
fundadores de clanes o linajes prestigiosos, son divinizados progresivamente;
otros, con una religión monoteísta, se convierten en intermediarios predilectos
entre los seres humanos y el Dios creador.
En
ciertas sociedades que todavía han permanecido muy apegadas a la religión del
terruño, se identifica a los niños como portadores del espíritu de un
antepasado desaparecido; entonces se les da el nombre de éste y deben
manifestar sus rasgos de carácter.
En muchas sociedades africanas ya alejadas de
tales creencias y prácticas, es posible observar todavía algunas actitudes con
los niños pequeños que evocan el respeto por los antepasados. Entre un pueblo
tan profundamente islamizado como los soninké de Mali, Élodie Razy (2007) hizo
la observación de que el niño pequeño es objeto de respeto y temor, porque es
portador de una sabiduría ancestral que no puede divulgar, dado que todavía no
tiene el dominio de la palabra. Debido a ello, se considera al niño pequeño con
una gran deferencia y su muerte provoca un sentimiento de culpabilidad muy
fuerte entre sus parientes más cercanos.
Su deceso se interpreta como un rechazo a
permanecer entre unas personas que no le dan las muestras del respeto debido a
su calidad de antepasado.
La mayoría de los rituales funerarios
observados dan pruebas del mantenimiento de los lazos entre el muerto y su
entorno. Incluso ya siendo cadáver, continúa perteneciendo a la familia. Ello
se refleja, para empezar, en una representación con el propósito de simbolizar
la presencia del muerto entre los suyos, sobre todo en los momentos que siguen
al deceso.
Los miembros del linaje se reúnen para beber,
comer y cantar al desaparecido, lo cual constituye una manera de prolongar su
existencia en este mundo. En efecto, suele ocurrir, sobre todo entre los mossi
de Burkina Faso, que un pariente de la persona fallecida, de preferencia una
mujer, vista las ropas del muerto e imite sus ademanes y su manera de hablar.
Los hijos del difunto lo llaman “padre” y sus esposas, “marido”.
Entre
los del Senegal, el muerto debe presidir
sus propios funerales: vestido con su ropa más hermosa, sentado en su sillón
acostumbrado y atado a él, la mano en alto como si saludara a la muchedumbre,
se le lleva en andas a hombros hasta el lugar de su inhumación, mientras los
músicos y danzantes tocan y evolucionan muy animados en torno al cortejo,
desafiando así la dimensión trágica de la muerte y terminando de dar una
coloración épica y triunfal al cortejo funerario (Thomas 1982).
La familiaridad con los muertos puede
continuar mucho después del deceso a través de una relación con los cadáveres.
El caso más conocido es el de la merina del altiplano de Madagascar.
Aproximadamente cada cinco años tiene lugar la ceremonia del famadihana, término incorrectamente
traducido por “dar vueltas a los muertos”: abren las tumbas y colocan a los
muertos sobre los hombros de los danzantes que los lanzan al aire y los llevan
en una farándula desenfrenada a través de las calles de la aldea; y después los
envuelven en esteras nuevas que, dado que se supone que poseen un poder
fecundante, más tarde se reparten las mujeres. Los vivos tocan los cadáveres y
los envuelven en mortajas nuevas, con ademanes que evocan los mimos, y
comparten con ellos algunos alimentos y vasos de ron. Así, se trata de un medio
de reforzar los lazos internos del grupo de los vivos a través de la comunión
con los muertos, que son, más que nunca, el vínculo que une a la familia
(Decary 1962).
Los cambios contemporáneos.
Las religiones reveladas que se han
implantado en el África subsahariana no han dejado de ganar terreno a las
religiones del terruño. Hoy en día, el cristianismo y el islam se reparten
aproximadamente dos tercios de las conciencias. A pesar de la evolución
reciente y parcial del islam y el protestantismo, que ahora buscan la depuración,
las creencias y prácticas anteriores han logrado sobrevivir en el seno de los
nuevos cultos. En lo concerniente a los rituales funerarios, la llegada de las
religiones reveladas tuvo sobre todo efectos visibles sobre las prácticas de
inhumación, las cuales no existen en algunas de las antiguas religiones
africanas o, cuando existen, no siempre están codificadas con precisión.
Ahora bien, la idea de un lugar específico de
inhumación apareció debido precisamente al hecho de la dinámica de transformación
interna de las sociedades africanas, con la transición a la economía agrícola y
el surgimiento de las formas de poder institucionalizadas.
Eso es lo que indican los cambios que ha sido
posible observar en una población del Senegal oriental, replegada en una zona
montañosa donde ha conservado sus prácticas religiosas tradicionales (Barou
& Navarro 2007). Hace todavía medio siglo, ese pueblo, llamado beliyan o bassari, vivía de la economía de la caza y la recolección. Está
compuesto de siete clanes matrilineales y hoy en día habita en una veintena de
aldeas situadas cerca de la frontera con Guinea. En los años 1930, los bassari
comenzaron a practicar la agricultura y la ganadería, sin abandonar por
completo sus actividades de caza y recolección.
Su
religión se fundamenta esencialmente en la creencia en la existencia de los biyil, genios invisibles que los
protegen de los azares de la caza y los ataques de sus enemigos y garantizan
tanto la fecundidad del grupo como la de las plantas y animales que consumen.
Esos genios les escogieron como antepasado totémico el camaleón, al que están
vinculados mediante una relación simbólica. Cuando se lleva a cabo su ritual de
iniciación, los adolescentes de 15 o 16 años de edad se convierten en “hijos
del camaleón” al término de un largo retiro en el bosque y de varias pruebas,
una de las cuales consiste en batirse con los biyil, representados por unos hombres vestidos con una máscara de
corteza y un traje de hojas para encarnar a esos genios de la naturaleza, a la
vez antepasados y protectores del grupo.
Las máscaras son la encarnación visible de
los biyil. Las portan algunos hombres
del grupo de los odyar, cuya edad
fluctúa entre 27 y 33 años. Nadie debe intentar reconocer al hombre que porta
la máscara, a la que se percibe como un espíritu que participa activamente en
la vida del grupo, protegiendo a los niños de la enfermedad y la brujería,
alentando a los cultivadores a trabajar durante los rituales estacionales y
castigando a aquellos que contravienen la costumbre. Mediante su dimensión de
antepasados, las máscaras establecen una relación permanente entre el mundo de
los vivos y el de los muertos, entre el universo visible y el invisible.
Los bassari perciben la muerte como un rito
de transición y una etapa del ciclo del eterno retorno, puesto que los
antepasados están llamados a renacer en sus descendientes después de haber
permanecido entre los biyil,
asegurando así la perpetuación del grupo.
Con todo, los ritos funerarios han sufrido
una evolución desde que los bassari pasaron del estadio de cazadores recolectores
al de agricultores y desde que abandonaron las cuevas que les servían de abrigo
en la montaña para construir aldeas sedentarias en la sabana.
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